lunes, 6 de febrero de 2012

Hoy he ido en bus desde Santander hasta Castro. Y pasaron una serie de cosas que me recordaron a otra serie de cosas y esas mismas a otra serie de cosas. Es curioso.

Hace un mes, cuando cogí un autobús para ir en sentido contrario ( Castro-Santander) una vieja ocupó mi sitio en el bus de las 8 de la mañana. Yo al ser una zopenca del quince dije da igual y me puse en otro sitio que había libre por casualidad, ya que la vieja me decía que "se paraba en Laredo". A mi no me importa ceder el sitio siempre y cuando haya buenos modales. No los hubo. Esa fue la típica situación que dices horas más tarde... tenía que haber hecho esto y lo otro. Pero no lo hice.

La anécdota en principio no tenía más interés que ese, pero hoy volví a coger el autobus, y para la elección de plaza aprendí lo siguiente: coge siempre las primeras. Nunca vayas al final del bus porque puede ser un caos curioso.

Esta mañana mi plaza era la 9, de las primeras. Y tenía a un par de hombres sudamericanos que al haber cogido asientos separados por narices, y viendo que había ventanillas libres se cambiaron para ponerse juntos. El caso es que se pusieron en el sitio de otra mujer. Suele pasar. La mujer, al contrario, tuvo una buena reacción y se sentó en otro sitio diciendo que "todo tiene solución excepto la muerte". Hasta ahí todo bien. Hasta que llegamos a Laredo. La gente fue entrando en el autobus. Y otra mujer iba en el sitio de uno de los dos hombres que mencionaba antes. No dijo ni mu, uno de los hombres le dijo aqui hay un sitio o algo asi, y se sentó en el sitio que le correspondía a él sin rechistar. Luego otra pareja de gente mayor se había sentado mal también. La que estaba en pasillo no, pero el señor de la ventanilla si. Y claro, llego el del asiento de ventanilla y le dijo, este es mi sitio. A lo que la primera señora de "todo tiene solución excepto la muerte" empezo a meter baza diciendo no recuerdo qué sobre que no se habían sentado ellos en su sitio, sin ninguna maldad. Ya sabéis, gente afable y habladora que le gusta dar conversación. A lo que la señora del asiento del pasillo se puso toda loca, sin venir a cuento a mi modo de ver, y dijo "pero bueno!! yo me he sentado en mi sitio!!! A mis años me voy a equivocar!! GRRR" Se levantó para que saliese su marido o lo que fuese, y se metió el que realmente tenía que estar en ese asiento.

La conclusión que saco es la siguiente: por qué la gente hace lo que le da la puta gana? Un asiento es un asiento y no da más de sí, pero por que la gente se pasa las reglas por el forro??Si están numerados los asientos es por algo y lo que faltaba es que ahora tu pagas por tu asiento y tienes que ponerte en otro lado porque a alguien se le antoja no ponerse donde le toca.

Lo que está claro es que no hay que ponerse ni como la señora que ni abrió la boca, ni como la del pasillo que se puso toda loca. Pero es curioso como ante la misma situación la gente reacciona de una forma muy diversa.

Esto me llevó a pensar en la película que ya mencioné hace un par de años en este blog: doce hombres sin piedad. Una cosa me llevó a la otra. Y pensé en cómo se ve todo eso en la vida real.

1 comentario:

ADL dijo...

anda que no me habrá pasado veces... pero yo educadamente le digo a la personas que está sentada en mi asiento y espero a que se levante... no es mi culpa si le gusta mi asiento y lo he comprado yo,... no monto números, pero a mí me gusta ir sentada en el asiento que me han dado para evitar que me hagan levantar más tarde... No me gusta molestar ni que me molesten.